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jueves, 18 de junio de 2015

Historia de una Cenicienta (extracto)


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- Julian -
     "¡Oh, gracias a Dios!" Di un suspiro de alivio, cuando me arrodillé a su lado, recogiendo uno de sus calzados.
     "¿Qué estás haciendo?" me preguntó con rigidez.
     "¿Eso no es lo que hace el Príncipe? ¡Poner la zapatilla a su Cenicienta!".
     Constanza se rió, quitándose su zapatilla de bailarina y permitiéndome hacerle encajar su zapato de salón. Se miró el pie, satisfecha y sentí una sensación extraña que vagaba en mi interior. Siempre me habría gustado ver esa expresión pintada en su rostro y saber que yo era el responsable.
     Su sonrisa era mi perdición y me di cuenta que realmente sentía algo profundo por ella.
   Me pasó la mano por el cabello, invitándome a tomar asiento a su lado. Le acaricié la mejilla suavemente y luego rocé sus labios con los dedos. Suspiró.
     <<Convencí a Inés para ir en una misión de exploración en tu zapatero, para encontrar el número adecuado, mientras que quitaba el polvo>> dije para llenar el silencio y resistir la tentación de inclinarme sobre ella y besarla.
     <<Eres increíble>> me contestó, sacudiendo la cabeza y derritiendo el pelo fluyente a lo largo de sus hombros.

- Constanza -
     Él se me acercó y yo recibí ese gesto como una invitación. Nunca había sido tan desenvuelta con los hombres, pero con Julian era diferente. Me deslicé tímidamente en sus brazos, dejando que sus manos se pusieran en mis caderas; nuestros rostros estaban demasiado cerca para no traicionar el deseo recíproco. Sus labios rozaron la punta de mi nariz, luego hacia abajo en la esquina de la boca, hasta adherir perfectamente con la mía.
     No fue un beso frenético y rápido, sino lento, medido y consciente. Gusté su sabor, disfrutando de la complicidad apenas encontrada, pero ya tan fuerte.

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